viernes, 10 de enero de 2014

ETAPA 46: ARZUA - PEDROUZO 19,1 KM.



DIFICULTAD: NINGUNA.
TIEMPO: 5 HORAS.


  No dejo rastro ni huella
Por no ser ni soy recuerdo
Yo paso haciendo silencio
sin ser esclavo del tiempo
                                                                                -Andar- Cecilia.

Sábado 12 de Octubre de 2013

Me restaban tan solo 40 kilómetros escasos para completar mi peregrinaje a Santiago de Compostela, facilmente podría haberlos "liquidado" en esta etapa, pero quise recorrer esa distancia en dos jornadas para así poder llegar a Santiago con tiempo suficiente para disfrutar tranquilamente de la llegada, hacer turismo por sus calles o a lo que se presentase. Me sobraba tiempo y días vacacionales.Es por eso por lo que me planteé ese día en plan de relax.
No ocurría lo mismo con mi compañera Sonia, que andaba justa de tiempo y que debía completar el camino cuanto antes y volver a Madrid.

 De modo que a muy temprana hora nos pusimos en marcha transitando por las calles de Arzua en compañía de otros peregrinos con dirección hacia la aldea de Preguntoño, pasando primero entre huertas y prados de pasto para el ganado y después a través de un espeso bosque. Al cabo de algo mas de 2 kilómetros alcanzamos Preguntoño, aún sin la luz diurna necesaria para captar imagenes paisajisticas.
 

Las primeras luces del día  las obtuvímos cuando interceptamos la N-547, pero fue solo rozarla  pues el sendero se aleja de inmediato del asfalto hacia la derecha y de nuevo volvimos a transitar entre prados y campos de maíz ya recolectados. Así, a 1 km. mas, se llega a la aldea de A Peroxa.



La masa forestal que se atraviesa ahora es de largos y rectos eucaliptos por cuyos troncos trepa la pertinaz hiedra. En este tramo nos encontramos con el mojón que marca los 30 kilómetros que restan para llegar a Santiago, Sonia se empecinó en fotografiarse junto a estos hitos cada diez km. desde que a la salida de Melide encontrásemos  el de los 50 kilómetros.









Superado el tramo boscoso sobreviene A Calzada (última aldea del Concello de Arzua) y A Calle        ( primera del Concello de O Pino).



 

1,5 km. mas por pista llegamos hasta la diminuta (como otras muchas) aldea de Boavista, y 2 km. mas adelante recorremos Salceda por el arcén de la omnipresente N-547. Esta población de casas muy dispersas a ambos lados de la carretera cuenta con varios albergues privados, bares, tiendas y farmacia al servicio del viajero. A nuestro paso por aquí, nos encontramos con un nutrido grupo de peregrinos japoneses o coreanos ??, haciendo buen uso de uno de los bares.


Cruzamos la carretera frente a un concesionario de tractores y maquinaria agrícola para cambiarnos de arcén y desviarnos a la izquierda para marchar ahora por un tramo arbolado y de continuas subidas y bajadas muy pronunciadas que suponían un verdadero suplicio para las maltrechas rodillas de mi compañera Sonia, que por no abusar de las pastillas que la mantenían "dopada" y que le aliviaban el dolor, llevaba sufriendo ya varias horas, aún así no perdía el ritmo de la marcha, pues la técnica adquirida de caminar hacia atrás para alivio de sus dolencias, era imitada cada vez mas por otros peregrinos.

                                                

                                            ♪ ♫  ... Un pasito p´alante, María
                                                       un pasito p´atras...♪ ♫

 Yo por mi parte también acarreaba varios kilómetros con un dolor punzante en la zona lumbar, merced al exceso de carga que llevaba desde el avituallaje de Arzua ( 6 latas de cerveza de 500 ml.) Sonia llevaba la comida para repartirnos el peso.
Recorrimos algo mas de 4 km. pasando por las aldeas de Ras y A Brea, teniendo que cruzar varias veces la carretera a ras de asfalto y por túneles subterráneos, para llegar a la localidad de O Empalme.


 A la entrada de esta hay una zona de descanso pegada a la nacional con varios bancos de piedra junto a un curioso molino de viento, donde decidínos Sonia y yo hacer un alto para "aligerarnos" la carga de la espalda y meter esa carga en mejor "despensa".
En otros bancos adyacentes descansaban también mas peregrinos mientras que otros muchos pasaban junto a nosotros saludando sin detenerse.
 -¡Que aproveche!,- ¡Gracias, buen camino!
- ¡ Bon appétit!, - ¡Gracias, buen camino!
-¡Buon appetito!,- ¡Gracias, buen camino!
- ¡좋은 식욕!.- ¿... Que coño ha dicho ese tío?

Uno de esos peregrinos fue el italiano Alessio, que se detuvo e invitamos a comer y a unas birras, era un tío agradable, muy educado y noble, respondía con mucha timidez a las bromas jocosas por parte de Sonia y aunque hablaba perfectamente en español, le suponía mucho esfuerzo entender mi cerrado acento andaluz.
Alessio igual que Sonia realizaba el camino de Santiago como promesa por un familiar, comenzó su  andadura en la localidad francesa de Lourdes a cuya virgen también se encomendó.

Alessio igual que Sonia tenía también cierta prisa por llegar a Santiago, entonces le propuse a Sonia que continuase ella el camino junto al italiano. A mi me quedaba pocos kilómetros para finalizar esta etapa y podía tomármelo con mas tranquilidad, mas todavía sabiendo que así Sonia no continuaría sola los kilómetros que le restasen a ella.
Dicho y hecho, acabado el descanso nos repartimos  la comida y bebida en partes muy desiguales, mi compañera se empeñó en darme la mayor parte de las reservas alimentarias que ella no iba a necesitar.
Con un intercambio de teléfonos y direcciones electrónicas para seguir en contacto, nos despedimos en un efusivo y agradecido abrazo. ¡Por tu promesa, compañera!




Para siempre me tienes, compañera,
para siempre me tienes aferrado,
parra que alzas, rosal que te ha trepado,
yedra tenaz, osada enredadera.

Yo nunca cejo, amor, yo nunca cejo,
a menudo me vuelvo en el camino
y en el rostro me llevo tu reflejo. 
                - Compañera- Amancio Prada





 Después de internarme y atravesar la población de O Empalme, seguí durante 1 kilómetro mas por un sendero estrecho en el margen de la carretera, para cruzarla de nuevo por un túnel y visitar justo a la salida de este la aldea de Santa Irene con su ermita del mismo nombre y una fuente estilo barroco casi sepultada entre la maleza. 


 




Los siguientes 1,5 Km. se realizan a través de un bosque de altivos y frondosos eucaliptos por una pista ancha y cómoda cubierta de hojarasca.








De esta forma se llega   A Rúa y recorrer el kilómetro que resta de esta etapa por un camino asfaltado pero muy poco transitado de vehículos para arribar a Pedrouzo.





 
 
El itinerario del camino conduce al viajero hasta la parte alta del pueblo, cabeza de partido del Concello, junto a una naves industriales, continua en dirección a Santiago para los peregrinos que opten por seguir sin tener que internarse en esta población.






 
Por mi parte si me quedé aquí, ya tendría tiempo sobrado al día siguiente de llegar por fin a Santiago, mientras tanto, ocupé el resto del día en pasear de forma relajada por el pueblo, asearme y hacer la colada (buena falta tenía de ambas cosas) para presentarme medio decente en la Plaza do Obradoiro, y caída la tarde cené en un bar modesto donde previamente me habían informado los lugareños que podía degustar un exquisito pulpo a la gallega, no se equivocaron, ¡¡ joer, que bueno!!
  
Después de dos días en compañía de Sonia con sus bromas, sus risas, sus quejas, su paciencia..., sentía otra vez la soledad a la que antes ya me había acostumbrado. Durante la cena me sobrevino el bajón moral unido al cansancio físico y que tampoco se disipó en el albergue atestado de peregrinos que no conocía a ninguno de días atrás. Así pues, que para aliviar esa congoja me metí pronto en el saco que mañana sería otro día... un día importante.

 

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