martes, 26 de junio de 2012

ETAPA 16: ALCARACEJOS - HINOJOSA DEL DUQUE 25 Km.




Dificultad: BAJA
Tiempo: 7 HORAS
 

                                                   y al andar descubrió la maravilla
                                                  del sonido de sus propios pasos
                                                  en la gravilla.

                                                                       "El canto del gallo"- Radio Futura-




Domingo 3 de junio de 2012, 6:15 a. m.

Abandono Alcaracejos en esta hora temprana pero ya con suficiente luz, antes de salir de la pensión me curé las heridas de los pies y los protegí con gasas y vendas como pude, Gabi lo hubiese hecho mucho mejor, acabé con parte de los apósitos que llevaba en el botiquín que esta nos proporcionó a cada uno de los miembros del grupo en su día.
No tuve problemas para encontrar las señalizaciones que indican el camino pues estas se encontraban en la calle Alférez Fernández, la misma donde me hospedé.

 Después transitaba entre muros de piedra y naves de explotaciones agrícolas y ganaderas,
 

 de esta manera se recorren muy pronto los 4 kilómetros que separan esta población del siguiente núcleo urbano, Villanueva del Duque. El camino discurría por la arteria principal de este pueblo que había estado en fiestas el día anterior y cuyas calles se encontraban engalanadas y ornamentadas con motivos típicos de las labores de labranza y de ganadería.



Se deja atrás este pueblo y se continúa por un sendero llano y suave de arenilla suelta y fina, en paralelo y por el margen derecho de el Arroyo del Lanchar hasta llegar a una bifurcación de la que se toma a la izquierda para cruzar este, para que sirva de referencia, los chopos que se ven en la imagen, han de quedar a la derecha.


Recorridos 3´5 km. después de este punto entré en el  municipio de Fuente la Lancha, uno de los mas pequeños de la provincia de Córdoba que a mi me resultó muy bonito e interesante.


Fuente La Lancha

Una señora que se encontraba encalando una casa con paredes de piedra, me comentó que este lugar fue guarida del famoso bandolero Juan Palomo, interesándome por esta historia, me dijo que aún se conserva la casa donde vivió en esa misma calle justo enfrente de la iglesia.





Lugar donde vivió el bandolero
 Juan Palomo






















 Como me pillaba de paso, al llegar al sitio donde me indicó la amable mujer, volví a preguntar a un señor que salía de su casa sobre este personaje y efectivamente me explicó que su vivienda junto con otras dos contiguas a la suya pertenecieron a este mítico bandolero siendo antes estas tres casas una sola. También me mostró una de las puertas que data de aquella época.

Al igual que me fijé en los dinteles de la puertas en Alcaracejos, en este pueblo son de igual característica.

El nombre de esta localidad, La Lancha, lejos de asociarlo con el argot marinero, viene dado porque así se les llama a las rocas planas de granito que afloran a la superficie de la tierra.


Pequeña cantera de granito



Salí del pueblo y pronto me encontré con la carretera A- 422 que conduce hasta Hinojosa desde Alcaracejos en una larguísima recta en su totalidad y cuya longitud es de tan solo de 17 km. frente a los 25 que constan en ese mismo tramo si se hace por el camino Mozárabe por el que venía circulando.

Caminando ahora por asfalto durante unos 200m., crucé la carretera al lado derecho para continuar por camino, sin embargo tuve que volver de nuevo a ella para poder cruzar el cauce del río Guadamatilla y una vez salvado este volví a la tierra llana, suave y fina del camino que en todo su recorrido discurría entre alambradas de fincas a ambos lados.


En este punto hice un alto para comer, recuerdo en ese momento que me invadió una gran sensación de soledad, quizás fuese por la monotonía  del terreno, caminando siempre entre alambradas con encinas y rastrojos como único paisaje. Al emprender de nuevo la marcha seguía teniendo esa misma sensación, la música del móvil también me resultaba tediosa después de haber escuchado la misma selección una y otra vez, la apagué e inconscientemente primero comencé a escuchar el sonido de mis pasos,al cabo de un rato me dí cuenta que ese sonido tenía ritmo y utilicé ese ritmo para llevar en mi marcha una velocidad constante: uno, dos, tres pasos,apoyo bastón,  uno, dos, tres, apoyo coincidiendo siempre el 4º paso con el pie derecho.¡¡Dios que malo es el aburrimiento!!
Al cabo de algo mas de hora y media marchando así, vi a lo lejos un tractor de grandes dimensiones que venía hacia mi, cuando llegó a mi altura le hice una señal y paró, subí a uno de los estribos, necesitaba hablar con alguien y con la excusa de preguntar sobre el itinerario hacia Hinojosa, entablé conversación con el tráctorista este me dijo que la dirección que llevaba era la correcta ( cosa que yo ya sabía) y el tiempo mas o menos que me quedaba por llegar. Por alargar la conversación hice varios comentarios sobre cortijos y fincas que dejé atrás a lo que el conductor de dio una información mas detallada de estas. Después llegó el momento de despedirnos, de buena gana y de haber llevado el tractor mi misma dirección, hubiese hecho el resto del camino subido en el.
Así pues, continué mi marcha otra vez solo. Uno, dos, tres, apoyo, pié derecho. ¡¡ No  falla!! Aún tengo esa cadencia metida en el cerebro.



Al cabo de unos kilómetros mas llegué a una explanada donde había una pequeña ermita con un área de recreo frente a ella,











 la explanada estaba limitada por la carretera antes mencionada, accedí de nuevo a ella y caminé en su larga recta durante unos 500m. hasta alcanzar las primeras naves de un gran polígono industrial a la entrada de Hinojosa.



¡No te jode!, a mi también
                                                                                                    Poco a poco las naves fueron dando paso a locales comerciales mas pequeños y estos a su vez a la primeras viviendas.




Aquí debería dar por concluido el relato de esta jornada, sin embargo me ocurrieron varios acontecimientos, anécdotas y experiencias nuevas en este lugar que a continuación y en un anexo paso a relatar.
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De como me acogieron unas monjas y lo que en el convento sucedió.

A la llegada al pueblo me encaminé directo al centro urbano,en una de sus calles vi un cartel para una representación teatral de "La vaquera de Finojosa", entonces caí en la cuenta de que este pueblo es al que hacía referencia el escritor Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana  en su obra "los versos de la Serranilla" que me aprendí de memoria, no sé ¿poqué? ni ¿para qué? en clases de literatura cuando cursaba 6º de E.G.B. y que todavía hoy puedo recitar de cabeza y en Castellano Antiguo.

                                                                          Moça tan fermosa
                                                                           non vi en la frontera
                                  com´una vaquera
                                   de la Finojosa.

                               Faciendo la vía
                                del Calatraveño
                              a Santa María
                                 vencido del sueño,
                                  por tierra fraguosa
                               perdí la carrera,
                              do vi la vaquera
                           de la Finojosa.

 Descansé un centrico bar e hice tiempo para almorzar también en el, situado frente a la preciosa (arquitectonicamente hablando) iglesia de San Juan Bautista  también llamada por la majestuosidad en su construcción como "la Catedral de la Sierra" según me comentaron unos comensales próximos a mi al verme hacer una foto al edificio.
 
Repuesto ya en parte del cansancio, pregunté a mis vecinos de mesa por una farmacia de guardia pues era domingo y no había ninguna abierta donde adquirir lo necesario para darme una cura en los maltrechos pies, me dijeron que fuese directamente al centro de salud pues allí me curarían mejor. Eso hice con gran esfuerzo al volver a caminar después del descanso. Ya en el Centro y tras una inspección de mis pies e interrogatorio de mi marcha, el médico al cargo me dejó en manos de una enfermera joven, Irene se llamaba, esta saneó una a una las numerosas heridas cortando los colgajos de piel de las ampollas destrozadas y acolchando con apósitos la tierna piel que quedó debajo. Después de esta cura que agradecí a la enfermera, caminando ahora muchísimo mas cómodo pero aún con dolor, me dispuse a buscar alojamiento y volviendo otra vez a la Plaza, pregunté en un pub por alguna pensión u hostal, la camarera al verme supuso mi condición de peregrino me indicó el camino hacia un convento de monjas donde me darían alojamiento. Pensé, ¡una experiencia mas! y hacia el me encaminé.  



Se trata del Convento de clausura de las Madres Concepcionistas Franciscanas, al traspasar su puerta principal, accedí a un recibidor donde había una puerta central con un timbre, un torno a la izquierda y dos puertas enumeradas a ambos lados, al llamar al timbre me contestó una voz (femenina lógicamente) a través del torno, solicité albergue como peregrino del Camino hacia Santiago.
¿Viene solo?.- preguntó la voz. (En este tipo de albergues, los peregrinos que hacen el camino en solitario tienen preferencia para el alojamiento frente a los que viajan en grupo)
Si .- Contesté.
Espere un momento.- Escuché un trajín a través de una de las puertas laterales y momentos después  se giró el torno y apareció una llave enumerada.
Pase por la puerta nº. 2 y tenga un feliz descanso.- Me deseó la voz al mismo tiempo que se giraba de nuevo el torno.
Gracias.- Giré la llave en la cerradura y accedí  a una especie de vestíbulo dividido en dos por una gran reja, sobre una mesita  que había en el lado de la habitación donde me encontraba vi colocadas sábanas, ropa de cama y una jarra de agua muy fría (tenía los bordes escarchados)junto con un vaso.
Por una pequeña puerta situada al fondo del otro lado de la reja, apareció una monja muy joven, los rasgos y expresión de su cara eran muy suaves y dulces, a mi me pareció guapísima.
Ave María Purísima.- Dijo
Buenas tardes.- Contesté enseguida.
Sin Pecado Concebida.- Acabó ella misma la frase tras unos segundos  de espera.
¡¡Mierda!!.- Pensé. Eso tenía que haberlo dicho yo, ¡¡seré capullo!!,¡mal empiezo!.- Me dije a mi mismo mentalmente.
Sin embargo la monja pareció no darle importancia ó ignoró mi desliz litúrgico,porque siguió hablándome en un tono dulce y sonriente explicándome las normas sobre mi estancia allí, luego me preguntó sobre mi procedencia y se interesó por mi camino recorrido, para después preguntarme si debían prepararme la cena.
No gracias, he comido copiosamente hace poco y solo me apetece descansar.- Dije.
¿Quiere que le selle la credencial?.- Preguntó
Si, por favor.- Dije entregándole mi cartilla de peregrino.
Enseguida se la dejo aquí sobre la mesita, puede pasar a la habitación.
Muchisimas gracias....(no supe si llamarle Madre o Hermana y no acabé la frase).
Al cabo, me dejó sin que me diese cuenta la cartilla sellada sobre la mesa y ya no volví a ver ni a esta ni a ninguna otra monja.
 La habitación donde me alojé, contaba con todo lo necesario para el aseo y descanso del peregrino. Mientras hacía tiempo a que se calentase el agua de termo para la ducha, cogí la biblia  y el tacto de sus hojas me recordaron los papeles que utilizaba cuando yo era mucho mas joven para liar....tabaco. También me puse a  leer algunos pasajes del Génesis, Los Corintios y el Evangelio según San Juan, de la lectura de este último extraje una frase que me ha de servir como entradilla para el próximo post.

Para ducharme tuve que hacer malabares para evitar que se mojasen los vendajes.Otro gran detalle de las monjas fue suministrarme detergente con el que pude lavar una muda que reservé limpia para el viaje de vuelta, pensando en evitar ciertas "molestias" a un posible acompañante de asiento en el tren.
Había dos camas y vestí una de ellas con las sabanas suministradas, eran tan estrechas que durante la noche si me daba la vuelta tenía que hacerlo girando sobre mi propio eje, aunque esta circunstancia no impidió que enseguida cayese rendido en brazos de Morfeo, tal era el cansancio acumulado.

A la mañana siguiente, recogidas mis pertenencias para comenzar otra etapa de la que daré cuenta en otro post, salí de la habitación y al pasar junto a la pequeña mesita camilla me di cuenta que sobre ella, las monjas habían dejado una bolsa de plástico, sobre esta también dejaron un pequeño rosario hecho de cuerda que anudaba un papelito impreso con varias oraciones, supuse que todo esto era para mí y entreabrí la bolsa para ver su contenido, era comida, volví a anudarla y me la llevé. Dejé 5€ como propina , mas después del detalle de la comida rebusqué todo el dinero que tenía suelto y reuní 5 € mas que también puse sobre la mesa, lamentando no tener mas y dejar una propina mayor como agradecimiento al trato recibido.

Después salí y continué mi camino calle abajo con la bolsa de comida en la mano, me moría de curiosidad por ver que contenía y, del mismo modo que una hiena se aleja de la manada con su presa en la boca para impedir que las otras se la arrebaten, cuando me hube alejado casi ya saliendo del pueblo, me senté en unas escaleras y allí mismo examiné todas las viandas que las monjas me prepararon.
He de decir que aquel obsequio me vino, valga la frase, "Como Maná caído del cielo", pues en la mochila no me quedaba nada y el día de antes al ser domingo no encontré tienda abierta para reponer la despensa.
Me había hecho a la idea de comer cuando llegase a Monterubio, al término de la etapa.

Como decía la canción:

Había días que tocaba comer,
había noches que no.                




1 comentario:

  1. Bueno espero que te haya servido de escarmiento y en la próxima vayas acompañado;p

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